LIGERA DE EQUIPAJE. PATRICIA SUÁREZ. Editorial Municipal de Rosario. Noviembre 2011. Primer Premio “Felipe Aldana” 2011.
Patricia Suárez es fuerte, su palabra poética golpea denodadamente, es la palabra de una mujer hablando de mujeres, hablándose a si misma de cuestiones íntimas, de procesos intangibles pero brutales que la condición femenina implica. Pero aquí no es sólo lo femenino corriente lo que condiciona, es la mujer puesta a prueba ante si misma, ante su monólogo interno, sus dudas, sus abismos, su propia historia, la toma de decisiones que implican finales, abruptos cortes, tablón sobre cilindro y disposición de metas. Movilizadora, también hablando de hombres, aplica esa fuerza del afuera y el adentro de las circunstancias. Va creando incertidumbres dentro la intimidad, preguntas retóricas que sirven para parar y pensar “y cuando las sombras cesaron/pensamos en el instante que vendría luego, / que caería sobre nosotros –un arpón/ y un ancla- y yo me pregunté: /¿el próximo instante es el desconocido?/ ¿el próximo instante está hecho por mí? ¿o lo hace él? ¿o se hace solo?. Así en pocos versos plantea de modo perplejo la turbación que toda mujer se ha planteado alguna vez, el cómo se crean los momentos, cuánto duran, y luego los aferramientos, los límites, los silencios “deberíamos estar y estar,/ como si se pudiera estar sin pensar nada”. Las despedidas asépticas, no por prurito sino por destino “uno de los dos desea suerte al otro,/ (…)y nos besamos en la mejilla con timidez/previendo no hacer una mancha/en el cuerpo del otro…”.
Escruta con la perfección de quien está acostumbrada a la observación minuciosa, el antes, el durante y el después del acto amoroso, lo esculpe en palabras mezcla de acíbar y agua dulce, deja que lleve el poema todo el deseo y toda la desesperanza y así itinerante de hoteles y sábanas y espacios de amar como una cólera secreta va alivianando el equipaje con la suerte de desapego que esta decisión soporta.
En el capítulo “Infección” es donde se ejerce la mayor presión sobre si misma, sobre sus discursos de sorpresa doliente, desasida, vista desde el sitio de lo no imaginado, de la intromisión, es el hijo, que aparece intrusivamente como argumento no válido para la convivencia, ni siquiera para la vivencia, es aquella toma de decisión que finalmente dará con asentimiento el “no nacer”, es el asunto que se debate entre el alma y el cuerpo como “harapo de carne”.
El poderoso oxímoron de “la vida vale oro” en boca de un médico abocado a suprimir la vida referido al costo del aborto a medida que los meses pasan es la mujer puesta ante lo inexplicable de las argumentaciones falaces, de los amores incompletos, puesta en bordes de cuerpo manejado por otros. Las descripciones de la instancia del desgajamiento es de una potencia que no puede dejar impasible a quien la lee “pienso que todo este espanto/acabará por transformarme/y no sé en cuál puerto irá a dar /mi alma , ¡mi alma!.
Antes de concluir este capítulo central y que define al libro como una arriesgada temática, de difícil abordaje sino fuera que está en manos de una poeta sorprendente, digo, antes de concluir el capítulo cita a Pirandello “Atormentarse, consolarse, tranquilizarse. ¡Esa es la muerte!, nos dice luego de haber pasado tal vez el momento más crucial de su existencia de mujer “…pero debo irme, porque a mi si se me hace tarde, pasa por ahí/ la última barca, el último tren /al centro, a la ciudad, a la tierra, al contento,(…)me llevo el beso (…)me voy”.
Cierra el libro una disquisición que a modo de charla comienza diciendo: “Quería contarles…” y narra que una chica iraquí decidió no ser un explosivo humano, que se arrepintió; ella (la poeta) había pasado la tarde hablando una larga conversación sobre “la capacidad del amor de encapsularse y volatilizarse” y el poema remite además a como la poesía puede instalarse en la comparación más extraña, en las analogías más antojadizas sólo que una poeta como Patricia Suárez puede hacer conciliar mundos externos y lejanos de la historia contemporánea con lo privativo, con esa exclusividad por la que la propia experiencia del amor ha dejado su señal y alrededor de ella se discute y se opina mientras que el corazón también combina fuego con hielo en un universo paralelo. Excelente valoración el premio que recayó sobre esta obra.
Ana Russo - Julio 2012