Revista Internacional de Poesía: "Poesía de Rosario" Nº 21
  Alejandro Pidello
 

LAS ALAS DE ANGELA. ALEJANDRO PIDELLO.
Ediciones Papeles del Boulevard. 2011. Rosario


Es imprescindible leer a Pidello como quien se tira de cabeza al mundo de los sueños, o tal vez, como quien dispone de un tiempo extra en esta vida para  dejarse llevar por el suave empellón que su poesía nos da para asegurarnos que allí nomás está el vacío, el peligroso vacío existencial, el que nos vigila siempre  hasta que inevitablemente caemos en él. “Las alas de Ängela” son tanto el imaginario de Pidello como el de Luc Besson, el director de cine francés y responsable del film “Angel-A”.  Ellas son el motivo de un honesto sentido de libertad, de viento puro, de reconciliación con la parte invisible del ser  o con los mundos inmateriales y por lo tanto con seres incorpóreos que los dos creadores se ocupan de hacerlos encarnar por medio de sus respectivas artes. Para ambos,  la mujer-ángel,  caída en el universo humano traería consigo la eternidad angélica pero también el deseo de humanizarse. La inmortalidad no existiría sin el concepto humano del tiempo. Tanto el poeta como el cineasta problematizan la cuestión humana con los abismos eternos y el límite de lo angélico para convertirse en humano y viceversa. (Wim Wenders “Las alas del deseo”) Pero a pesar de ello Pidello logra conjugar y yuxtaponer ambos mundos y lo hace porque  es un amador traspasado por los conceptos de belleza, tomando a lo etéreo, lo fugaz y lo soñado como una línea que logra cruzar la división mencionada. Esas mujeres, “las Ángelas”, las que trata de “sutilizar” en todas sus apariciones y en un juego imperceptible de saltos y marchas y contramarchas, ellas,  pueden ser un satori  -esa revelación ansiada que dé sentido a todo- , o una “giganta, larga, bella/justa eurovisión de Luc Besson…” o  “seres alados de Quevedo…” , o sin ninguna duda Françoise Hardy cantando “Viens-là”  o diciendo “Ma jeuesse fout l’camp”Estela Canto y su delgada figura acompañando a Borges también entra en el calificado género de ángeles al igual que Inés Sastre, la filóloga-modelo, que habiendo estudiado en La Sorbona habla cuatro idiomas y conquista al mundo con un carisma natural o sobrenatural.  Pasan también:  Kikí de Montparnasse o Suzanne Valadon. La mujer del andén  o la de “la ventana siete”. Todas y cada una de ellas son angeladas visiones de una misma y única imagen de mujer.  En Pidello hay una celeridad de caminos, de ver, de percibir, de organizar datos del recuerdo que luego parecieran antojadizos o caóticos pero que dan a su discurso un imperativo modo de nombrar: sitios geográficos (Alpe Vorco, La Falda, Río Cuarto, Bahía de Táranto,  etc.); sucesos históricos (la guerra de Enki Bilal –-Los Balcanes-,  o el enfrentamiento entre Enrique IV y el papa Gregorio VII que en enero de 1077 por las investiduras de poder en el Castillo de Canossa); barrios franceses como Le Marais  (La marisma o pantano), Montmartre o La Defense; construcciones (Sacre Coeur, el Hotel Edén en Córdoba, Hotel Sebastopol). Nada lo deja inconmovible todo le construye el ambiente del poema, el recuerdo  en el que insiste casi obsesivamente en hacerlo fresco como si los actos recién hubieran ocurrido.  Además de cruzar aquella línea de la que hablé anteriormente entre humano y angélico, vuelve a cruzar otra con igual intensidad, la del tiempo y por ello, la Historia, traída como una imperceptible señal en algún recodo del poema, sorpresivamente viene a significar todo el texto.“En el castillo de Canossa, me pareció ver/un texto que recordaba la intuición/de los amores/y la discreta indecencia/de la poesía/de enero/para Enrique IV.” (Los Nombres de Enero) o “Caí en Clichy sobre el peso atemporal de tu partida/ a lo Duque Stanislas por el duque de Lorraine/ pero displicente, discursivo/sin peluca”(Boulevard de Clichy) juega en este último verso con la misma persona ya que Stanilas fue el último duque de Lorena. Todo es ahora, todo en él se da como una enorme reminiscencia de vidas vividas en otros momentos y sitios que señala; lo universal, lo anecdótico, el paso de los siglos cabe en un verso, y en ése verso la carga tensional  del lenguaje queriendo ir más allá de lo posible.


El triunfo alado

Existe una vinculación en los poemas que alude a los bloques pétreos: “la piedra desagregada, “el mármol blanco de la gran pureza”, “la esbelta era rubia, corría hacia delante, la situación ocurría a gran   profundidad y la estación era de mármol blanco” y por ende a la famosa estatua griega La Victoria de Samotracia forma humana de mujer con alas. Remite ciertamente al descubrimiento y restauración de aquellas piedras que sumergidas bajo la tierra fueron halladas y reconstruidas simbolizando un cuerpo de mujer alado pero sin cabeza y sin manos. Sugerentemente esa estatua  imponente que va hacia adelante sobre la proa de una barca está repartida de algún modo en todo el libro de Pidello, en trozos como fue encontrada, sin brazos que aten sino libre como las alas de Ángela, de pie e insinuante “exageradamente voluptuosa” con las ropas mojadas pegadas al cuerpo al modo de la estatuaria griega, marcando los contornos de una mujer  erótica “…entre livianos ropajes/ expuestos al agua en lloviznas y llantos,/como estaciones perdidas…”. El poeta la reitera y la ama, (el todo deseado se fragmenta en partes) la recrea entre el mar y la nostalgia que dan las cosas perdidas y vueltas a encontrar. Pero también desde la materia (piedra) construye el todo, vale decir “La Victoria de Samotracia” y al establecer esta metonimia deja ver ese secreto trabajo que todo lector avezado deberá encontrar en este libro, en el que justamente la estructura es ir de la parte al objeto y del todo a la parte o bien transnominar el símbolo por cosa simbolizada. Es por eso que asegura “Le voy a escribir a Gardel / -es sutilizar ángelas- /o es una Angela sutilizada/es la chica de la inmersión/es como la metonimia/ que da ganas de ideas…” (La vigilancia amorosa de Ángela). 

Desde la Isla de Samotracia, en el Santuario de los Grandes Dioses hasta el Louvre donde actualmente se halla, el trayecto también hizo sucumbir la línea del tiempo y el desastre, “…estatuas/descabezadas/por el aliento humano” (El show de la decadencia) el ángel volvió a renacer como en cada poema de Pidello, en que la victoria del recorrido queda plasmada a cada vuelta de página hasta hacerle decir en (Heurística de aquellas jóvenes mujeres sobre las voces sombrías) “Dónde guarda, la puta muerte, tanto.” Tal vez la respuesta esté también en la eternidad.


El elemento agua

El texto completo de Pidello está atravesado por lo sensorial del misterio del agua, todo lo que lo simbolice y cómo repercute sobre los cuerpos y sobre las almas,“…y las aguas más importantes eran líquidos en los cuerpos/anotados en calendarios sin marcas…” (Heurística….); “…Hoy vi el recuerdo de tu cuerpo mojado/corriendo animal descalzado…” (La Tormenta)”; “…La foto recuerda moja tu aliento de laurel / y hembra boreal…” (el expreso de Novara); “Llueve sobre estas colinas donde hoy/nadé en sus cucharas de agua (…) llueve / lluevepista…” El Tango Bueno; “…y persiste tu camisa como bandera/en el cuarto piso en el balcón/ y la lluvia, la lluvia y vos/ un éntendu… et la plui /y vos…” (Hotel Sebastopol); “…Pintar guiando tu mano mojada (…) Pintar tus labios con los dedos mojados…” (Viajes de Pintura);  Se puede percibir claramente una sensual motivación del agua como elemento de naturaleza primigenia, cargada de imágenes voluptuosas pero también ese agua viene y pasa por los calendarios sin marcas, calendarios sin fechas?  la eternidad de nuevo?  Pasa sobre el decurso de la Historia, sobre la génesis de toda vida, también sobre lo inefable de su faz destructiva, diluyente.


La eternidad  como materia intangible

Dijimos que el tema fundamental en la poética de este libro es el del tratamiento de la eternidad que no queda escindido de lo anterior sino que se funde, se mixtura profundamente ya que entre esas aguas del tiempo que se hunden en lo eterno es donde quedan dormidas las civilizaciones, las culturas, las religiones pero más allá de ellas  todo lo místico que el hombre transita para ensayar la creencia en lo trascendental para no desesperar en caer en el más errático vacío donde sucumben las cosas y los seres.

“…La foto arrastrada en carro incendiado/ del tiempo / como sol eclipsado desde la/ eternidad por una luna escondida/como sutil estrategia para inventar en /los límites humanos (…) la historia se quedó sin esa musical / grabada, la eterna como una pirámide / y efímera como el sol no retenido…”  (Prigogine)

“…Las telas guardadas / que trepaban pudorosas tu cuello e ilustraban / los rezan atemporales o inmortales de la / humanidad” ( El Expreso de Novara)

“…y los sonidos sean instalados / eternamente en un cuerpo de silencio / como piedras tan viejas como el comienzo / de la escritura, las que hablaban fundantes…” (El poema de Truffaut).

Queda en estas tres citas la preocupación de Pidello por transmitir esa zona indescifrable a la que el hombre no puede asomarse, y que tal vez haciéndose incorpóreo como los ángeles  logre oír esos sonidos inmortales de la humanidad, el lenguaje, el punto inicial del habla y la escritura y por ende de la historia de la propia humanidad. Tal vez volviéndose ángel sepa conjugar todo esto incluyendo el enorme esfuerzo de hacer poesía con estas materias intangibles, fugaces, con los elementos sutiles sustraídos a la opaca cotidianidad. “Con los ángeles la lengua adquiría una particular importancia: debían expresarse en un lenguaje poético” (Win Wendeers).  Y la paz ante el  imperativo y casi obsesivo trabajo del poeta con el tiempo tratando de unir  la antigüedad remota con lo presente, los campos de batallas y las inutilidades de las guerras, (el Este:  las beligerancias,  los desmembramientos),  ese cordón de plata que une los sueños arcaicos como inconsciente colectivo en el que le hombre actual  sigue soñando,  tal vez podría aliviarse –y él bien lo sabe- en aquellas palabras que Einstein  dice a los científicos “Para nosotros, físicos convencidos la diferencia entre pasado y futuro no es más que una ilusión, aunque sea tenaz”.  El libro no nos deja dudas de que el poeta nos acerca con notable intensidad a este criterio que él trueca en ars poética.



Fotismo del amador

Este término que corresponde a la percepción por los sentidos remite inevitablemente a las sinestesias. La percepción de una imagen coloreada puede ser una alucinación consistente en visionar una luz. Suele tener lugar en estados de gran excitación. Y qué es la poesía de Pidello sino una -como decíamos al comienzo citándolo al propio poeta, poética “exageradamente voluptuosa-,  en que la exaltación del hecho poético lo lleva a construir sinestesias como: Sonidos de pintura” o “…los ruidos de los colores sobre los perfumes…” o “palabras florales…” o “…un Panter blue para cortar el color aromático…” o “mordiente luz…”; sólo por citar algunasEste es el color mental, una experiencia cromática imaginada y asociada a un objeto sea éste una música o un nombre o un ser. Como fenómeno por medio del fotismo se pasa de lo sensible a lo suprasensible y este paso supone una acción involuntaria y automática (surrealistas) que no se piensa ni se puede controlar a voluntad.

En “Viens-là” dice: “…La mirada de la turbación abre como vidrios transparentes en todo el cuerpo que deja pasar hilos de luz…” Será esta la percepción de la sinestesia en su propia naturaleza, en el propio cuerpo del poeta, una exacerbación perceptiva que lo traspasa haciéndolo permeable a lo suprasensible, es la sensibilidad del propio Pidello la que requiere de él una mirada y un lenguaje que venzan lugares comunes?. No se pude dejar de hacer hincapié en el manejo metafórico con el que Pidello construye pero además el entramado de comparaciones que sostiene el discurso de su poesía “…la poesía es como un tren…” sólo con este ejemplo nos da la imagen visual por la que la percibimos que la velocidad conque se presenta la captación del poema es rauda, atropelladora y pudiera ser hasta mortal esto hacer poesía con lo insalvable de ser atraído por ella. 

Además en el campo de las aliteraciones los sonidos están trabajados con una sutileza que comparten los idiomas que maneja hábilmente las que quedan  construidas con una técnica limpia y refinada, que cuidadosamente no aparta el sentido  sino que aparece escondido entre el juego conque que hace jugar a las palabras:

En “El poema de Truffaut”

          “…con el / plaisir des yeux / play sir / – obvio avec les yeux/ o la discutible traducción del placer de / la mirada.”

El libro de Monelle

Pidello gusta de plantear la fugacidad, el instante, lo  inasible, ese paso sensible que va abriendo rumbo hacia una filosofía casi taoísta, el presente, pero aún mucho más: el presente seccionado en segundos como si la vida escapara y con ella todos los ángeles, todos los seres visibles e invisibles, todos los demonios.  Pidello cita en pág. 97 un tramo de “El Libro de Monelle”  de Marcel Schwob, sobre lo dicho anteriormente. Monelle -una niña marginal que desde la ficción encarna el gran amor que en realidad tuvo el autor del libro por Louise, ramera muy joven, muerta tempranamente de tisis y quien desencadena el final anticipado del escritor-  es el personaje que:

enseña a destruir lo pasado, pero que al mismo tiempo sirve como invitación a quemar las formas anquilosadas de un arte perimido”*

En el fragmento abreviado dice:

 “…Ese día, una mujercita tocará tu mano y huirá ./Porque todas las cosas son fugaces; pero Monelle es la más fugaz./Y, antes que me eZncuentres nuevamente, te instruiré en esta llanura y u escribirás el libro de Monelle”.

Roberto Calasso en su libro “La folie Baudelaire” cita un sueño que coincide en algún punto con lo dicho. Baudelaire transcribe el 13 de marzo de 1856 su sueño.  El poeta sueña que una carroza lo deja con un libro obsceno en la mano (presumiblemente Las flores del mal, que está por escribir), con el que ingresa a un burdel, que es también un museo, situado en las entrañas de París, el lugar del “Kaos” moderno. Allí entre prostitutas, esculturas y cuadros, el poeta se pasea hasta hallar en el centro de una sala a un monstruo enrollado en sus propios miembros y que confiesa al poeta sus fastidios y sus penas. Para Calasso, el sueño es el único texto que dejó Baudelaire de la visión de si mismo”**

Monelle  quien dice de si misma

He salido de la noche -dijo- y volveré a la noche.
Pues yo también soy una pequeña ramera.

También para Schwob es la invitación  a que se escriba ese libro que lleva implícita también la destrucción:

Para imaginar un nuevo arte hay que destrozar el arte viejo.

Y así el nuevo arte parece una especie de iconoclasia

Y Monelle agrega en su parlamento

He aquí la palabra: Destruye, destruye. Destruye en ti mismo,

destruye a tu alrededor. Haz lugar para tu alma y para las otras almas.

Destruye todo bien y todo mal. Los escombros son similares.


Analógicamente ambos autores son invitados por mundos marginales, caóticos, penosos a escribir sus respectivas obras, ambas provienen del concepto de  ruptura, de echar abajo prejuicios que nada tienen que ver con el arte, ambos invitan a lo heurístico, ese descubrimiento o invención que también cita  Pidello, y que no deja de ser  ese otro camino de búsqueda entre lo secreto y lo sagrado, se encuentre donde se halle.

Pidello hace circular en este libro los enigmas y algunas certezas, quien lee  las debe ir resolviendo ya que quien escribe deja huellas, senderos y bifurcaciones, laberintos del lenguaje, imágenes visuales que atraviesan siglos y numerosas secuencias cifradas que cada lector se encargará de penetrar para llegar realmente a la plena satisfacción que  da el arte de escribir  como lo hace este poeta,  con todo el cuerpo, con toda la sombra y con toda la luz.


A.R.


Bibliografía

“El libro de Monelle” - Marcel Schwob

“El despertar de la belleza equívoca” Alejandro Patat – La Nación

Filmografía:

“ Ángel-A” director Luc Besson – 2005

“Las alas del deseo” Wim Wenders” - 1987 

 
 
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