Revista Internacional de Poesía: "Poesía de Rosario" Nº 21
  Dino Campana
 


Dino Campana
nació en Marradi, localidad italiana de la provincia de Florencia , región de Toscana. Estudió Química Farmacéutica en la Universidad de Bolonia, aunque con sólo 21 años tuvo que ser internado en un hospital de Imola por una enfermedad mental. Viajó por todo el mundo, Suiza, Francia, Argentina, Rusia, Bélgica, donde ejerció diversos oficios, afilador, fogonero de vagones de carga, músico de la marina, portero de club y bombero. En 1918 fue recluido de nuevo, en ésta ocasión, en el manicomio de Castel Pulci, donde se quedaría hasta su muerte de septicémia en 1932. Su única obra publicada durante su vida es, Los Cantos Orficos (1914), libro capital para indicar la dirección de la lírica italiana a partir de ese momento, sobre todo para los nuevos líricos que surgieron después y especialmente de los poetas del hermetismo. Tras su muerte fueron editados diversos escritos inéditos, Inédito (1942), Taccuino (1949), Cartas (1958) y Taccuinetto faentino (1960). Dino Campana intentó otorgar profundidad y convicción poéticas a una forma de escribir desvinculada de la tradición, sus poemas resultan incisiones de una realidad donde se mezcla un escenario verdadero, una serie alucinada de recuerdos y una concepción simbólica de los hechos de la conciencia, todo a través de un torrente de imágenes que de pronto se interrumpen o se repiten para lograr un efecto musical.



EL VENTANAL

La humeante noche de verano
Desde el alto ventanal vierte claridad en la sombra
Y me deja en el corazón un sello ardiente.
Pero ¿quién (en la terraza sobre el río se enciende una lámpara), quién,
A la Virgencita del Puente, quién es, quién es el que le ha encendido la lámpara? — hay
En la habitación un olor a podredumbre: hay
En la habitación una desfalleciente llaga roja.
Las estrellas son botones de nácar y la noche se viste de terciopelo:
Y tiembla la noche fatua: es fatua la noche y tiembla pero hay
En el corazón de la noche hay,
Siempre una desfalleciente llaga roja.



L’INVETRIATA

La sera fumosa d’estate
Dall’alta invetriata mesce chiarori nell’ombra
E mi lascia nel cuore un suggello ardente.
Ma chi ha (sul terrazzo sul fiume si accende una lampada) chi ha
A la Madonnina del Ponte chi è chi è che ha acceso la lampada? — c’è
Nella stanza un odor di putredine: c’è
Nella stanza una piaga rossa languente.
Le stelle sono bottoni di madreperla e la sera si veste di velluto:
E tremola la sera fatua: è fatua la sera e tremola ma c’è
Nel cuore della sera c’è,
Sempre una piaga rossa languente.


Traducción de Gaetano Longo.

 
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